Fuente: Periódico Granada Hoy
La adaptación de Jesús García Amezcua de la obra de de Federico García Lorca, Yerma, una Historia Kabuki Andaluza, se estrenó en Granada el pasado 2 de diciembre a las 21:00 en el Teatro municipal Isabel la Católica. La famosa representación andaluza será, en esta ocasión, trasladada al Japón feudal. El director demuestra su capacidad de universalidad, que le permite esa mezcla de espacios y temporalidades para dotar a la obra de otras lecturas. Sin embargo, que la obra incide en un tiempo alejado para el imaginario del espectador, aún hace más presente la perdurabilidad de los temas que esta trata. El destino persigue al hombre independientemente de sus orígenes, sin importar la cultura a la que pertenezca.
La fusión del espíritu andaluz con el nipón no supone la pérdida de la trama, la cual se mantiene: Juan y Yerma contraen matrimonio, pero después de muchos intentos no pueden tener hijos, esto lleva a una situación de angustia entre la pareja y de rumores en el entorno social. Poco a poco la situación se va haciendo más insostenible, pese a que Yerma intenta quedarse embarazada por todos los medios, lo que acaba por llevarla a un estado obsesivo-compulsivo.
La elección de este Japón no es arbitraria, la música, el flamenco con el que creció Lorca y que ha tenido tanta aceptación en aquellas tierras, ha establecido un parentesco entre ambos lugares. A su vez, la línea musical se ve inspirada por dicha cultura, a través de ritmos de percusión ancestrales, que el tambor dirige. Las canciones y poemas del autor se equilibran en los compases pentatónicos, la danza butu abre y cierra la obra en esa lucha continua del ser humano entre la vida y la muerte, las coreografías homenajean la cultura nipona sin querer imitarlas y sin dejar a un lado la cultura andaluza. Por otro lado, se trabajan aspectos del teatro kabuki y la escena griega, siendo los actores varios personajes permitida en mayor medida por la utilización de máscaras. Éstas, en compañía de una sonoridad rítmica, reflejan la pérdida de la identidad, la masa como máscara. La participación de los coros, tanto en off como en escena, interpelan al espectador para que se pregunte sobre la responsabilidad de sus actos, su papel individual en el conjunto social y la capacidad de elección en cuanto a la dirección de su propio destino.
“En esta serie de fotos, encontraréis momentos íntimos, previos al comienzo de la función, y mi selección de fotos de la obra, intentando darles mi toque personal para hacerlas únicas. ” Ramón Martín